La persona humana es en esencia un ser indagador del sentido de su vida, a
diferencia de los animales que no se interesan por el sentido de su existencia porque su
naturaleza irracional no les permite. La persona humana tiene una naturaleza racional que le
posibilita plantearse permanentemente las interrogantes fundamentales en torno a su
existencia más profunda y radical: ¿Quién soy?, ¿Por que soy?, ¿Para qué soy?, ¿Qué
sentido tiene esto en mi vida?
Estas y otras muchas interrogantes surgen inevitablemente a lo largo de la vida
humana. Son preguntas relacionadas con el sentido de la existencia humana. Es imposible
vivir sin plantearlas y menos, sin responderlas. En algún momento de la vida humana nos
las planteamos, aunque la respuesta no surja inmediatamente. Algunos acontecimientos de
nuestra vida: como la enfermedad, la pobreza, las injusticias, la muerte, etc. nos mueven a
plantearlas una y otra vez, aunque al principio no le encontremos su sentido, poco a poco la
vida se encarga de darnos a conocer el sentido de estos hechos o acontecimientos que
fueron tan necesarios para nuestro perfeccionamiento, y por ende, nuestra realización
humana.
1.1. ¿Qué se entiende por la palabra “sentido?
La palabra “sentido” tiene dos acepciones que es necesario precisarlo para entender
mejor el problema que nos estamos planteando.
“Sentido” es, en primer lugar, significado. De esta manera nos preguntamos el
significado de los acontecimientos de la vida humana. ¿Qué significa este hecho en mi
vida? ¿por qué me sucedió esto? y ¿para qué?. Siempre intentamos encontrar el significado
de los diferentes acontecimientos de nuestra vida, sean buenos o malos, dolorosos o no.
Todo tiene un sentido y hay necesidad de descubrir ese sentido para satisfacer nuestro
corazón inquieto.
“Sentido” es también, en segundo lugar, dirección. Es cuando nos preguntamos sobre la
orientación o dirección de nuestros actos. Es la pregunta “hacia dónde”. Así nos planteamos
cuál es sentido de nuestra vida? , ¿hacia dónde se dirige nuestra existencia? ¿cuál es el fin
último de nuestra vida? ¿dónde se encontrará la realización humana plena? ¿En esta vida o
en la vida más allá de la muerte?
1.2. La pregunta por el sentido de la vida es una pregunta filosófica
El plantearse la pregunta por el sentido de la existencia humana no es más que la
actividad del filosofar, es buscar una explicación racional a nuestras limitaciones
existenciales y a todo lo que estamos viviendo. Por eso se podría decir que se trata de una
pregunta vital, porque nos afecta en lo más profundo de nuestro ser y nuestro vivir, por lo
mismo, nadie puede permanecer por mucho tiempo indiferente ante estas interrogantes.
La persona se plantea la pregunta por el sentido de la vida ante la evidencia de
nuestra finitud, es decir, de la muerte, de la enfermedad y de las situaciones difíciles que
tenemos que enfrentar permanentemente. Sin embargo, el hombre frente a la finitud no se
queda ahí, sino que lo trasciende, va más allá, buscando un sentido a todo ello.
Por eso, Víctor Frankl dice que el hombre se interroga por el sentido de su vida
porque de alguna manera la trasciende y la supera. Solo un ser como el hombre, que se
supera infinitamente sobre sí mismo, puede cuestionarse a sí mismo, y dar espacio a la
tendencia más radical que él tiene: “la voluntad de sentido” que no es más que la
tendencia humana a una existencia llena de sentido.
El planteamiento de esta pregunta, es propia del ser humano porque tiene capacidad
de razonar, de pensar, de reflexionar para tomar conciencia de lo que está viviendo y del
sentido que tiene todo lo que vive, ordenándose todo a algo más superior, a algo que dé
sentido a todo. De ahí que dirá Frankl 'El preocuparse por hallar un sentido a la existencia
es una realidad primaria, es la característica más original del ser humano'.
López Quintás dice que “la cuestión del sentido surge con el ser humano. El animal
no necesita planteársela. Tiene que desarrollarse, pero su desarrollo está predeterminado
con firmeza implacable por la especie. Por eso no puede equivocarse nunca al actuar. Le
basta seguir sus instintos para mantenerse en la existencia y garantizar la supervivencia de
la especie. El ser humano debe también crecer por ley natural, pero tiene el privilegio de
poder saberlo y precisar el modo de llevarlo a cabo” (2008, p.5).Por tanto, quien no se plantea las preguntas en torno al sentido de su vida está
viviendo como si no fuera hombre, está renunciando a un quehacer propio de su ser
racional. Por eso es que no puede existir una persona que por mucho tiempo deje de
plantearse el sentid de su vida, tarde o temprano termina planteándose estas cuestiones
que tiene necesidad imprescindible de ser satisfechas. De ahí que Frankl considere que la
búsqueda del sentido de la vida, es una peculiaridad propia del ser humano, que lo
distingue radicalmente de los animales irracionales.
Por eso, diversos filósofos de la antigüedad, como Sócrates, Platón, Aristóteles, los
estoicos, los epicúreos, San Agustín, etc. ya se habían planteado desde sus propias ópticas
especulativas, el concepto del sentido de la vida. Y cada uno de ellos se esforzaron por dar
una respuesta que satisfaga a esta necesidad de conocer el sentido de la vida humana.
1.3. “Quien tiene un porqué vivir, puede soportar cualquier cómo”
Esta expresión que Víctor Frankl lo reformula de Nietzsche quiere decir que
cuando un hombre encuentra un sentido a su vida, tiene una meta a la cual desea llegar, no
va a haber ningún obstáculo que lo detenga para realizarlo, va a tener que aprender a
sobrellevar todas las cargas físicas y emocionales para poder lograr su objetivo.
Por eso, las personas deben esforzarse por descubrir el verdadero sentido de su vida,
descubrir la razón fundamental de su existencia para que ponga los medios necesarios para
llegar a aquello para lo que existe, a pesar de los esfuerzos y sacrificios que les cueste.
Tener claro el verdadero sentido de la vida es saber aceptar también de la vida los
problemas y dificultades que se nos pueden presentar, porque hasta las experiencias más
difíciles tienen una razón de ser en orden al sentido último de la existencia humana.
Víctor Frankl vivió de cerca y dramáticamente la necesidad de dotar de sentido la
propia vida, sometida a prueba en el campo de exterminio de Auschwitz. “Si vemos nuestra
vida colmada de sentido, tenemos energía para vivir, tenacidad para resistir, constancia para
ser fieles, buen ánimo para sobrellevar las penalidades, esperanza de no sucumbir ante
situaciones límite” (López Quintás, 2008, p. 1)
Al respecto escribe V. Frankl:
"... Cualquier intento de restablecer la fortaleza interna de un recluso en un campo de
concentración tiene primero que conseguir mostrarle una meta futura. Las palabras de
Nietzsche ´Quien tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquiercómo’ pudiera
servir de lema para todos los esfuerzos psicoterapéuticos y psicohigiénicos realizados con
los prisioneros. Siempre que había posibilidad de hacerlo, debía ofrecérseles un porqué -
una meta- para sus vidas, a fin de darles fuerza para soportar el terrible cómo de su existencia. Desgraciado el que no viera en su vida ningún sentido, ninguna meta, ninguna
finalidad, y, por tanto, ninguna razón para proseguirla. Ése estaba pronto perdido”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario